Ficha Nikolai Swanson

La vida de Nikolai fue normal. Criado en el medio-oeste americano, hijo de emigrados rusos de cuando el comunismo, se crió en la sociedad consumista propia de la clase media de los Estados Unidos. Fue a la escuela, sufrió acné infantil, tuvo un baile de graduación, le rechazaron las chicas, fumó algún porro, jugó a la consola y poco más. Cuando la Guerra de Iraq, estuvo a punto de alistarse al ejército para tener algo que hacer en su vida, pero se emborrachó tanto la noche antes que se le olvidó por completo.
Su vida fue siempre un desastre. Acabó yendo a la universidad de Colorado, se graduó en Económicas con notas más bien bajas y encontró trabajo en la Administración Pública gracias a un enchufe de su padre.

Ya para el 2017 vivía en su propio apartamento y tuvo una relación con una chica que se llamaba Sarah que parecía ir por buen puerto, pero la moza se hartó de él y le abandonó, lo que no le vino demasiado bien a su autoestima. Siguió bebiendo, siguió saliendo con los colegas, y siguió dejando pasar su vida en un empleo de mierda, con un sueldo peor y con menos expectativas de avanzar que... Bueno, que el proceso de paz Palestino.

Su vida poco cambió con el rallo de luz verde aquél, la verdad, al menos de cara al público. Aquél día había estado comiendo unos burritos con una compañera del trabajo que quería llevarse a la cama y que no estaba demasiado mal. Pero claro, todo el tema de la columna de luz y la noticia se lo llevó al traste, y luego no volvió a hablar con ella de salir a tomar algo. Sí, como todo el mundo, se quedó anonadado. Pero pronto la vidavolvió a su paso, todo normalito, sin demasiados aspamientos. Siguió con su día a día.

Bueno, mentira, sí hubo algo que cambió bastante en su vida. Aquella misma noche, cuando estaba en su cutre apartamento, lamentándose de su vida, notó cómo una marca aparecía en su costado derecho, justo debajo del costillar. Dolía como mil demonios. Era una especie de antojo de nacimiento, con una forma angulosa, pero Nikolai no sabía explicar por qué o qué coño era aquello. Lo peor era cuando empezaba a brillar tan fuerte que atravesaba su ropa, lo que le hizo pasar más de un vergonzoso momento en la oficina, pero nada grace ocurrió. Y, aunque fue al dermatólogo, no supo decírle qué era aquello. Claro que, salvo por el tema de la brillantina, no le afectaba demasiado.

Al final, como tantas otras veces, se encogió de hombros y aceptó su presencia. Y durante las tres semanas que prosiguieron a la aparición de la columna de luz, su vida continuó con total normalidad. Hasta que una noche que había salido con los colegas del trabajo a tomarse una copa, algo extraño pasó. Al entrar en uno de los apartados del baño para echar cagar el almuerzo, sintió un dolor agudo en la cabeza. No supo de dónde coño vino.

Al abrir lo ojos, vio que estaba en una celda.

Color: Azul oscuro.

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